viernes, 8 de junio de 2012

El ser y el deber ser

Me va a ser difícil expresar la alegría que siento por la situación de Fernando Carrera, porque después de seguir su caso y conocer los alcances y las implicancias del Corporativismo Judicial que lo condenó concluyo que a partir de esta caso se puede abrir una puerta desconocida en la historia del Poder Judicial en Argentina.
Mas allá de contar con el auxilio del Director Enrique Piñeiro,  el caso era visiblemente viciado de nulidades, pero este cineasta llevó su compromiso a un lugar pocas veces imaginado y al mejor estilo docente que dice “Mira nene…” tradujo a un idioma simple los vericuetos por donde los “Letrados” intentaban justificar lo injustificable, seguramente haciendo difícil lo simple y acanallándose a un corporativismo fácil como entupido (o H de P…). Más allá de la búsqueda de la verdad, solo voy a hacer hincapié en 2 o 3 cuestiones que rozan lo cotidiano.

La primera, es porqué un ciudadano,  con las garantías que la Constitución le ofrece debe esperar el proceso de la investigación 2 o más años en la cárcel, o es que uno debe probar que no es culpable y hasta tanto sea, se lo trata como si lo fuera, quizás tenga yo la maldita costumbre de confundir “el ser con el deber ser”, pero me engañaron entonces desde mi educación diciendo que era asi. No quiero dar mas vueltas a eso porque me deja mucho mas preocupado el análisis que hace uno de sus hijos diciendo que “toda la familia había estado PRESA por siete años…” y suponiendo que fuera inocente quién le saca de la cabeza a ellos, a sus hijos, digo el tiempo de “ausencia” y falta o carencia que vivieron, al menos yo no me conformaría con una disculpa.

La segunda tiene que ver con la vida personal de este hombre y la cantidad de cosas que se perdió por vivir en un agujero sin luz por todo ese tiempo, Navidades, cumpleaños, noticias, acciones, descansos, proyectos, oportunidades, trabajos, encuentros con amigos, sueños, tiempo de estudio, vacaciones, viajes y la lista podría ser un apéndice de este texto.
Es cierto que las esperanzas son lo último que uno pierde, pero tampoco creer que el tiempo no pasa y el sufrimiento no pesa.

Y la ultima tiene que ver con lo que solo pasa una persona en su situación, la pérdida de la libertad. Muchos tratados describen la ontología del ser humano dedicándole un lugar especial a esta palabra, que se enjaula por las dudas y que la persona, a veces no tiene conciencia de porqué.
Perder un brazo, la vista o un hijo deben dejar secuelas profundas en los humanos, pero perder la libertad es como sentirse en “un limbo” o purgatorio sin explicación dentro de esta vida.
A lo mejor estaremos refundando a partir de este caso un nuevo concepto de la penalización, recurso extremo que debe aplicarse en casos excepcionales.
Quizás con este caso, los Jueces no dependerán mas de una cadena de errores que se cometen con su propia anuencia y repararán en personal idóneo y de experiencia en investigación y a la hora de “Condenar” repensarán si el “In dubio Pro Reo…” cabe en la sentencia sin tener que imaginar demonios que los desvelen…
Por lo pronto cabe mejor que nunca,  no decir …será lo que deba ser…, sino SERA JUSTICIA